Jueves 31 de enero de 2008
Hoy es un día de esos en los que no me siento “español”. Bueno, en realidad, siempre me he negado a que “español” sea algo más que un simple gentilicio y se torne en categoría. El motivo ha sido el siguiente titular: “Los españoles, preocupados por el terrorismo y la crisis económica”[1] . La noticia se basa en el barómetro sociológico del CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas) realizado en el mes de diciembre y que se ha hecho público en estos días.
Y con este tipo de encuestas o “estudios” siempre me surge la misma pregunta. ¿Quiénes, diablos, son lo encuestados? Porque la verdad es que rara vez me he reconocido en sus resultados, lo cual no es de extrañar –soy un tipo muy raro-.Pero lo peor de todo es que, entre gente de mi entorno, que si pueden ser consideradas bastante “normales”, los resultados que estos “estudios” ofrecen tampoco parecen adecuarse demasiado a la realidad.
Pero supongamos que la gente se cree a pies juntillas los resultados del CIS, mejor aún, supongamos que los resultados reflejan la realidad. ¿Qué significarían, entonces, éstos? Sencillo, que los “españoles” adolecemos de la capacidad para percibir la problemática real y por ello acudimos a los acontecimientos más recientes para buscar el problema. Por ejemplo, que el terrorismo haya vuelto a ser una de las preocupaciones de los “españoles” se debe sin duda a que el estudio se realizó pocos días después del asesinato de la banda terrorista ETA a dos guardias civiles en Francia. En cuanto a la crisis económica como preocupación seguro que está bastante relacionada con el gasto realizado en las navideñas fechas en que el “estudio” tuvo lugar. Del mismo modo que tras el caso Malaya o Gescartera, la principal preocupación era la corrupción.
Pudiera parecer que el hecho de que “los españoles” estén preocupados cada vez por una cosa distinta es una buena noticia, pero a mí no me lo parece, más bien veo en ello un problema. Porque esta oscilación el las preocupaciones no se dan cuando un problema queda resuelto, si no que el cambio de preocupación deja en suspensión la preocupación anterior, pero esta suspensión no soluciona el problema, si no que lo perpetúa indefinidamente. Además, de algún modo, este continuo variar en las preocupaciones de “los españoles” justifica y legítima que nunca se solucione el problema que las provoca, ya que, en tanto que dejan de ser preocupaciones desaparece también el problema. De esta forma “los “españoles” se mueven siempre en un mismo espectro de preocupaciones que se mueve conforme a las circunstancias de un determinado momento.
Y aún falta algo por tener en cuenta. Las preocupaciones sociales pueden pertenecer a dos niveles distintos. Un primer nivel que tendría que ver con lo que Marx llamó las “condiciones materiales de existencia” y que estaría vinculado con una especie de “egoísmo”. En este nivel las preocupaciones serían aquellas que afectan expresamente al individuo concreto. Son preocupaciones del tipo “no tener trabajo”, “no tener comida”, “tener salud”, etc. El otro nivel tendía un alcance un poco más global y serían aquellas preocupaciones que pueden afectar al conjunto de la sociedad. Son preocupaciones tipo “el paro”, “el terrorismo” o “la crisis financiera”. Un buen observador se daría cuenta en seguida de que, en efecto, el barómetro del CIS, solo aparecen preocupaciones de este segundo tipo. Tal vez sea por eso por lo que yo nunca me sienta reflejado. Porque mis preocupaciones a nivel individual nunca aparecen, y mis preocupaciones a nivel de sociedad son otras distintas a las que generalmente recogen estos resultados. Pero ya he dicho que yo soy raro, y a mi me preocupa que Israel provoque un genocidio en Palestina, que EEUU mantenga una lucha contra el mundo, conspire, ataque e invada a países que no se someten a su imperialismo económico, que el sistema democrático es España este preparado favorecer a los grandes partidos y no a los pequeños, eliminando así la esencia de la democracia. En definitiva, a mi a ese nivel me preocupa que los que se presuponen defensores de las reglas del juego son los primeros en saltárselas, y no solo eso, si no que además no dudan en acusar al resto del mundo, cuando este resto del mundo, al darse cuenta de la hipocresía que dichas reglas suponen, deciden saltárselas también o incluso, en algunos casos, luchar contra ellas
[1] http://www.elpais.com 31/01/08
sábado, 2 de febrero de 2008
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