Lunes 11 Febrero
Me encanta la campaña electoral porque siempre deja jugosos titulares que permiten darse cuenta de cual es la idea que los políticos tienen de la política. Hoy leo en el mundo digital “Rajoy propone que se rebaje la edad penal para delitos cometidos por menores”[1] . Esto significa, leyendo entre líneas que, para Rajoy, el problema de la delincuencia juvenil se solucionaría endureciendo las penas. No quiero perder mucho tiempo en rebatir esta posición, solo recalcar, que emplear ese argumento y acabar justificando la pena de muerte solo se llevan un par de pasos. Y todos sabemos que la pena de muerte en EEUU no hace que disminuya la delincuencia, en realidad provoca todo lo contrario, porque aumenta el número de muertes por violencia en tantas unidades como personas mueren en la silla eléctrica. Algunos tenemos claro que más represión no es igual a menos delincuencia.
Además sucede que las características de los jóvenes que delinquen no tienen mucho que ver con las de aquellos que lo hacían en tiempos en la necesidad o la marginación social empujaba a cometer atracos a punta de navaja o pistola. Ahora muchos de los que delinquen son jóvenes de familias “normales” y sus crímenes suelen ser asesinatos, palizas o, efectivamente, atracos, pero se caracterizan por una violencia extrema y salvaje. Y resulta que este tipo de jóvenes, en la mayoría de los casos, han recibido una cierta educación.[2] Quizá la salida no sea una nueva reforma penal que encierre antes a los que delinquen, ya que además las cárceles no cumplen su función de reinserción social en un alto porcentaje, si no que más bien genera una nueva actitud y un nuevo estatus social que no favorece nada dicha reinserción. Por eso siempre he creído que la clave está en la política educativa que un estado propone y en la educación que los niñ@s reciben desde los primeros meses de vida, en la cual tiene un papel primordial el entorno como elemento regulativo que fija la posible escala de valores que más adelante el joven acabará teniendo o no teniendo.
Pero el señor Rajoy ha dejado claro sus intenciones a este respecto. Seguir apostando por el miedo y la represión. Tampoco debe extrañarnos tanto, ya que es la estrategia de moda. La demonización del otro permite actuar e manera preventiva. Lo demostró Bush en su cruzada contra el terrorismo, y lo hace Rajoy con su protesta de reforma de la Ley del menor. Efectivamente, ambos remiten al mismo esquema. Se trata de generar un temor en la sociedad, de despertar sus miedos, para poder así justificar de manera maquiavélica toda actuación. Para Bush fue el terrorismo, para Rajoy es la inseguridad ciudadana y el resultado es el mismo, una falsa medida preventiva que en ambos casos toma forma de castigo.
En el primer caso, pagó todo un país el precio de esta medida preventiva sufriendo una grotesca invasión que todavía dura hoy y que se ha cobrado ya más de un millón de muertos. Por eso podemos decir que la medida no fue válida. En el segundo caso la medida no puede resultar satisfactoria porque no ataca la raíz del problema. Solo pretende imponer penas más duras, y apelar, otra vez, al miedo que los posibles delincuentes puedan tener frente a éstas. Pero esta medida no actúa directamente sobre el entramado social que desemboca en delincuencia. No es realmente preventiva porque no se puede pedir que prevenga, sino más bien que amenaza. Y la amenaza, en tanto que enfrentamiento de fuerzas siempre produce conflicto más bien que los soluciona.
[1] http://www.elmundo.es/elmundo/2008/02/11/espana/1202732539.html
[2] Cfr Viernes 1 de febrero de 2008
martes, 12 de febrero de 2008
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