martes, 5 de febrero de 2008

Viernes 1 febrero

Y de nuevo en víspera de fin de semana. Además primeros de mes. Los que no estén en paro seguro que se frotarán las manos de satisfacción por recibir hoy la tan esperada nómina. Un soplo de aire fresco para la común maltrecha economía de multitud de familias. Con o sin dinero, una cosa es segura, el fin de semana es uno de los principales momentos para mantener relaciones sexuales. Bien sea entre gente que ya las mantenía o para gente que intentará mantener su primera relación.

Y dándole vueltas a esto leo en El País “La educación sexual es una cuestión de suerte”[1]. La noticia quiere mostrar como en muchos centros no existe nada que tenga que ver con la educación sexual. Ahí es donde realmente se despierta mi indignación.

Para empezar hay que especificar que, obviamente, nos referimos a centros de educación secundaria, donde estudian adolescentes desde los 14 a los 20 años, en realidad los estudiantes de los dos primeros años de la enseñanza secundaria obligatoria tendrían 12 y 13 años, pero me niego a pensar en ellos como adolescentes. Bueno el caso es que se supone que es en la adolescencia cuando las personas entramos por primera vez en contacto –sexualmente hablando- con el sexo opuesto. Algunos centros, asumiendo competencias y responsabilidades recurren a programas exteriores que impartan algún tipo de “educación sexual” a los alumnos. Esto hace pensar. Con respecto al sistema educativo hay mucho que decir, así que tratare de no desviarme demasiado.

En primer lugar, si los docentes, que son los que están en mayor contacto con los alumnos, estiman que es necesaria una educación sexual podríamos plantearnos que tal vez tengan algo de razón, y que es posible que se necesite, por lo cual la autoridad competente debería de incluirlo en el Curriculo oficial. Pero yo voy más allá. ¿Tan bueno es nuestro sistema educativo actual, que la única preocupación es si los centros de secundaria tienen o no educación sexual? Deberíamos reflexionar sobre eso. Particularmente, yo creo que todo lo que tiene que ver con la educación en España y en otros muchos países es una patraña. No soy ni seré el primero que defienda que la educación en manos del poder solo sirve para mantener el poder establecido, eso ya lo han defendido pensadores desde Bakunin hasta Freire. Sin embargo si pienso que hubo un momento en el que eso casi se olvidó y se abogó por un sistema educativo que dio resultados. Fue un sistema que casi enseñaba realmente a pensar, y eso unido a otras muchas circunstancias hizo posible la emergencia de los movimientos sociales críticos que tanto ruido llevan haciendo desde finales del siglo pasado. Pero el poder reacciono a tiempo, y viendo los resultados recordó aquello de que la clave está en la educación. De forma que para evitar daños mayores se plantearon reformas educativas cuyo fin no era otro que eliminar esa capacidad de pensar que casi habían logrado enseñar los sistemas anteriores. En ese marco nos movemos nosotros. En España, cada cambio de gobierno a traído un cambio en las leyes de educación. Eso son tres leyes en 10 años, y curiosamente cada cambio ha hecho incrementar más el fracaso escolar. Después no ha faltado quien ha culpabilizado de este al modo de vida de los jóvenes y su cambio de intereses o a su falta de motivación. Ese argumento es tan falso como absurdo, porque el modo de vida, los intereses o las motivaciones son siempre y serán fruto de la educación, nadie nace queriendo llevar un determinado mudo de vida o con unos intereses u otros, si no que va eligiendo estos conforme la educación que va recibiendo.

Y así la tapadera es perfecta. Ponemos un mediocre sistema educativo que siga las directrices del gobierno de turno, y que obviamente no se va a salir de los intereses capitales –léase capitales en los dos sentidos. De esta manera conseguimos que accediendo a la escuela pública salgan de ella el tipo de perfiles que necesitamos para mantener la estructura social de la que vive el sistema capitalista. En ella distinguiremos, a los estudiantes que superen su formación y pasen a formar parte en su mayoría del sector servicios, o cargos medios en grandes empresas, a los que alcancen suficiente nivel para ser operarios o trabajadores de cualquier otra índole, a los que no terminen sus estudios y tengan que buscar cualquier otra salida en el mercado laboral que mantenga los trabajos basura, y a aquellos que por una causa u otra conozcan el “dinero fácil” y formen parte de esa otra parte tan necesaria de la sociedad capitalista como son los delincuentes de poca monta, es decir, ese tipo de delincuente que puede acabar en la cárcel y que sirve al sistema para tapar a los auténticos criminales. El siguiente paso el alimentar el debate sobre la educación con falsos argumentos, de forma que también sirva de arma electoral, mientras se culpa a ésta de ineficiente o insuficiente para el día de mañana. Por último se promete un nuevo sistema en el que se potencie todo lo que falta para conseguir ese mañana mejor. El problema es que no se especifica para quién será mejor. Yo, por mi parte, creo tener claro cuál es su intención. Hacernos tontos para hacernos felices. Bendita la felicidad del cerdo que vive ignorante de su futuro en el matadero.

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