Lunes 21 de enero de 2008.
Hoy es mi cumpleaños y casi se cumple mi deseo. Esta mañana ha habido un desplome de las bolsas de todo el mundo por turbulencias financieras. En mi deseo, cuando la banca perdía todo su dinero éste iba a las manos de todos los que no lo tienen, y en esta nueva situación, en la que el dinero estaba en posesión de todo el mundo, éste carecía de valor. El problema es que en este pseudo desplome el dinero que se “pierde” no va a manos de los que no lo tienen, si no de los que ya lo tienen, y el que queda, al tener que repartirse parece tener más valor. No soy economista ni entiendo mucho de estas cosas, pero si noto, de un tiempo a esta parte que el dinero ya no cunde lo que cundía antes. Y se también que a los milmillonarios no les afectan las crisis.
Mientras a un ciudadano cualquiera se le recomienda encarecidamente que si quiere ahorrar unos eurillos tiene que recorrerse tres o cuatro supermercados y comparar precios, los señores del dinero, esos que están por encima de las crisis, se van de compras a tiendas exclusivas donde unos zapatos o un bolso cuesta dos veces el salario mínimo interprofesional.
Las crisis económicas en realidad funcionan como un mecanismo regulativo para que las grandes riquezas no sufran muchas fluctuaciones. Durante una crisis económica, los que lo pasan mal no son los que pierden grandes sumas en inversiones atrevidas, los que realmente sufren las consecuencias son los que no tienen la suficiente fuerza económica para mantenerse a flote. Una crisis económica produce pérdidas, si, e incluso puede acabar con empresas mas o menos estables, pero los auténticos propietarios del dinero no corren riesgos reales. En realidad, lo que ocurre en una crisis económica es que el “dinero fuerte”, deja de fluir, se estanca. Y ese estancamiento provoca que tenga que moverse otro dinero distinto, proveniente de fuentes más débiles y que es el que el sistema económico capitalista necesita “regular” para poder mantenerse en su avance depredador. Ese dinero débil es el que, a fin de cuentas, manejamos la mayoría de los ciudadanos. Es el que se fija en nuestros sueldos, en un pequeño negocio, el que permite pagar la hipoteca o hacer la compra. Ese dinero débil no permite hacer reservas en una crisis económica, si no que es el que tiene que moverse con un único objetivo: perder su valor, desvalorizarse para que, después de la crisis el dinero fuerte siga siendo fuerte.
Y como ese dinero es “nuestro dinero”, somos nosotros los que pagaremos las consecuencias frente a la crisis que se avecina.
Pero no se preocupen los españoles. El presidente del gobierno aumentará las pensiones mínimas en 200 euros. Una gran noticia para nuestro futuro. El problema es que ni con eso un pensionista llegará a final de mes. Pero al menos el anuncio da sus frutos. Porque los que tienen el dinero fuerte saben que sin el movimiento del dinero débil, el sistema capitalista no se mantendría. De esta forma se aseguran una sostenibilidad ficticia del sistema que solo se da en la medida en que se permite la circulación del dinero. De modo que con esa subida se obliga a los pensionistas a seguir manteniendo el sistema, porque se les permite seguir intentado llegar a fin de mes. La base ideológica de esta estrategia es que siempre tiene que parecer que se puede lograr, de forma que el ritmo de aumento de las pensiones, o de los salarios mínimos, nunca puede permitir que el dinero débil se convierta en dinero fuerte. Por eso ahora se promete esta subida en las pensiones ¡Y no quiero ni pensar cuál será mi suerte cuando llegue ese momento! Luego se preguntaran porque a uno no le gusta envejecer.
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